Etapa 6: El Aaiún-Cerca de Esmara

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La etapa prevista para hoy no es muy larga. En previsión de posibles averías u otros problemas, Gus, que preparó la ruta a conciencia, dejó mucho margen en esta etapa.

Pasamos la mañana en El Aaiún. El grupo se desperdiga bastante. Unos van a algún taller, otros nos damos una vuelta por el zoco cercano al hotel y otros prefieren pasar la mañana tranquilos en el hotel aprovechando la wifi. Esta mañana de tranquilidad nos ha venido muy bien a todos. Según lo previsto, pasaremos ahora 3 noches seguidas de acampada en el desierto.

Salimos después de comer, y casi sin salir de la ciudad, nos metemos ya por pista. Entramos, ahora sí, en el desierto de verdad. Empezamos a ver algún dromedario. Y polvo, mucho polvo.


Esa tarde, Sentico nota cómo el coche no va bien de la parte trasera, además de que se oye algún golpe de vez en cuando. Paramos y descubrimos que se ha soltado uno de los amortiguadores traseros. Se ha perdido el silent-block de la parte inferior y el amortiguador se ha salido de su sitio. Además, la rosca del amortiguador se ha dañado con el rozamiento y los golpes. Tenemos que cambiarlo, menos más que llevamos un juego de amortiguadores de serie de recambio. En poco tiempo, lo cambiamos y estamos listos para continuar.

Cuando reemprendimos la marcha, nos dimos cuenta de que estábamos fuera del track que teníamos cargado en el GPS y que unía todos los waypoints. Para reagruparnos, quedamos en el waypoint 661, pero resulta que también tenemos marcado un waypoint 66 muy cercano, así que hay cierta confusión. Cuando por fin aclaramos que es el 661 y no el 66, vamos para allá, pero nosotros estábamos en una pista que parecía más directa hacia el famoso punto 661. Veíamos en el GPS que la pista que seguían todos daba un rodeo importante. Roger se empeñaba en decirnos que no hiciésemos caso al track, que no era fiable y que lo que había que hacer era navegar.

Por allí tiramos y con sorpresa vimos que la pista nos alejaba del track y de los waypoints, por lo que se hizo necesario hacer un "totieso". Pronto comprendimos el por qué del rodeo... Nos vimos en lo alto de un cerro de piedras (no creo que hubiese tierra debajo de tanta piedra) al que nos costó Dios y ayuda subir, mientras a lo lejos, abajo en la llanura, veíamos las polvaredas de otros coches que iban por la pista. Mientras tanto, la radio no dejaba de sonar, intentando localizar a los distintos grupitos que se habían formado y que estaban desperdigados por toda aquella zona. Nadie tenía muy claro dónde estaba, y nadie parecíamos tener muy claro cómo llegar al maldito punto 661.

Cuando por fin conseguimos ponernos de acuerdo en que el punto de encuentro era aquél y allí reunificaríamos la Manada, tiramos "tó palante" hacia el punto, en línea casi recta. Y digo casi porque tuvimos que sortear muchos quiebros y zanjas del terreno. En algún momento, por detrás de nosotros ya no teníamos a nadie. Y por delante, sólo un terreno que hacía mucho que no había pisado nadie (si es que lo había pisado alguien antes).

Así que, no sin dificultad, bajamos de aquel cerro, para dirigirnos al waypoint anterior, el 66, desde donde retomaríamos la pista hacia el 661, y allí, seguramente, estaría la Manada entera esperándonos. Poco a poco, por indicaciones de la radio y datos que iban dando el resto de la Manada, nos dimos cuenta que no éramos los únicos "perdidos", y que además, no éramos los últimos, así que en cuanto encontramos la pista, nos dimos un poquito de prisa en llegar al punto 66. Allí ya había algún coche esperando. En un par de minutos empezaron a llegar todos los demás desde casi todos los puntos cardinales, así que el punto de reunión de la Manada, improvisadamente, cambió del famoso 661 al 66. Seguimos todos juntos hasta el punto en que habíamos quedado y volvimos a parar. Es una zona en la que hay varias pistas que van casi paralelas, pero la mayoría de ellas, como fue nuestro caso, acababan en pequeñas cabañas de pastores.


Después de reagruparnos, seguimos por la pista principal. Hay muchísimo polvo y nos volvemos a separar del coche que va delante, pero como ya está anocheciendo, es más difícil que nos perdamos de vista por las luces de los coches. No obstamte, en un momento dado, la pista se bifurca una vez más y Mark gira a la izquierda, mientras que los demás seguimos de frente. Pasados unos minutos nos damos cuenta de que delante llevamos a otro coche. Preguntamos por la emisora y nadie le ve. Se ha perdido. Nos detenemos para esperarle o buscarle. Nos llama repetidamente por la emisora para decirnos que no ve a nadie y que no sabe dónde está. Le ordenamos que se pare. Debido a la orografía del terreno, principalmente llano, pero con algunos pequeños altos y alguna depresión, sólo un par de coches son capaces de hablar con él por el alcance de la radio y las instalaciones de las antenas. Nos da las coordenadas que le marca el GPS y dos coches salen en esa dirección para buscarle. Pero ese punto está, según los mapas, más adelante de donde estamos parados y nadie recuerda haberle visto pasar. Cuando esos dos coches llegan al lugar, resulta que es el siguiente waypoint de la ruta. Mark se ha confundido de pantalla y nos ha dado esas coordenadas en lugar de las reales. Le indicamos cómo mostrar la posición actual y ahora sí, nos da otras coordenadas. Otros dos coches salen en esa dirección (hacia atrás y ligeramente a la izquierda de la pista principal) hasta que le encuentran a unos 5 ó 6 kilómetros detrás. Estaba en una hondonada y por eso la comunicación por radio era algo complicada. Una vez todo el grupo junto de nuevo, reemprendemos la marcha.

Se nos hace de noche mientras intentamos llegar al punto marcado para la acampada. Una vez allí, montamos la acampada, hacemos la hoguera, cenamos y después nos juntamos alrededor del fuego.